Se queman los fusibles, los finales se maquillan, y los
penales se yerran. Y entre medio vivimos, y nos reímos y tratamos de comprender
lo que no tiene sentido, espero que el tiempo juegue a nuestro favor, aunque
sea por un tiempo, aunque el dolor sea inevitable.
Me despiertan los despertadores de los vecinos que no
conozco, y no me duerme nada. Vos sabés que tengo 32 años y no me colonizaron
el espíritu, pero casi, porque cuando no estás no se que hacer, y vos no estás
nunca y pronto sale el sol.
El otro día volviendo entré a Sanford, y mientras
estacionaba detrás de una arboleda pensé que nosotros casi siempre nos
preocupamos por el decorado, porque a lo más importante lo tenemos, no te
olvides nunca de eso. Nosotros nos preocupamos por minas, guita, boludeces...a
lo fundamental de la vida, a lo que hace que todo tenga intensidad y arda lo
tenemos, y no nos lo puede sacar nadie. Eso es invaluable, y es tan así que la
gente que no lo tuvo nunca no lo puede siquiera percibir. Soy un soberbio, un egocéntrico.
Pero los dos sabemos que lo que te digo es verdad.
Puro frenesí, puro ardor. Igual tengo secretos, es que todavía
no me animo a vaciarte la papelera de reciclaje en la cara. Nada malo, heridas,
cicatrices y esas cosas que tenemos todos y manejamos como podemos. Y me
acuerdo de Richi, como habla Richi! Me encanta escucharlo, aunque mi déficit de
atención me impide seguir su recorrido por más de tres minutos seguidos. Si,
tres minutos, lo que dura una canción. Ayer hice dos canciones más, no me
salieron buenas, patiné en las melodías. Venía patinando en armonías pero ayer
me fui al pasto. Igual seguiré, no voy a parar, quiero seguir escribiendo
canciones todos los días de mi vida.
Hoy no estoy para nadie, me llamaron de un
par de números raros, no se si serán clientes o acreedores pero no atendí, no
tengo mucha guita en la billetera, pero no atendí, tengo el melón en otro lado,
vos sabés donde, no se si hago bien, pero las cosas son y hay que hacerse cargo,
como el otro día que te dije que las canciones me iban a tener que dar de comer
porque no voy a hacer otra cosa.
Ya conocimos el terciopelo, y aunque somos dos linyeras
colados en el vagón de los nenes bien, aprendimos a hacer fuego con dos palitos
y quemarnos el lomo. El corazón no para nunca, y la cabeza menos. El tiempo
pasa de prisa, como los autos en la autopista que va a Córdoba, pero nosotros
somos la Ruta 33 en camión, downtempo, la historia es el viaje.