domingo, 29 de junio de 2014

la música del camino

Hay una música para andar como la hay para bailar.
La música para bailar tiene una fuerte referencia rítmica y sonora, relacionada al compás de sístole y diástole que resume la vitalidad y la presencia del cuerpo y su musculatura: el mundo es físico, es corporeo. La música para bailar es la música de la sensualidad, el roce y el erotismo. Es el baile de la seducción y de la confirmación de que en definitiva somos eso, polvo que viene y polvo que va, finitud.
La música para andar requiere de lo melódico más que de lo corporeo, y va en busca de una simpleza. La melodía simple que está llena de complejidades. Afortunadamente muchos poetas se han encontrado con esas melodías y han propuesto palabras, en diferentes lenguas, que acompañan esas melodías contando historias, diciendo algunas verdades en millones de mentiras. Ese tipo de música es mi favorita, injustificadamente, por supuesto. Pienso en un grupo de campesinos regresando al poblado luego de una jornada laboral, con el cuerpo cansado pero el espíritu en alto entonando alguna canción, como un coro proletario, con letras que disparan bromas entre unos y otros, respuestas con más bromas, burlas inocentes. El ritmo de esa caminata es el ritmo de la canción. Cuatro cuartos.

Quizás debamos hablar de los cuerpos cansados, pero hoy quiero pensar en la música. Es un pensamiento bastante básico e inocente. Pero es lindo.

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