A quién se le ocurre ponerle a un pueblo un nombre tan atribulado. Decir Perez es como decir cualquiera, es como ponerle a un hijo Fulano.
Sin embargo, la historia es mucho más benévola con Pérez que quienes le eligieron el nombre porque le dio un protagonismo inesperado.
Pérez está situado en la ruta 33, eso ya es una cosa monumental. Pero además, es el primer pueblo saliendo de Rosario, pero si tenemos que seguir al pie de la letra, sería el último pueblo antes de llegar a Rosario, que es donde termina la ruta que empieza en Bahía Blanca. Siempre debatiremos dónde empieza y dónde termina qué cosa.
El asunto es que no sólo es el último pueblo o el primero saliendo de Rosario, sino que además es donde se ubica la bifurcación de rutas y empieza (o termina) también la ruta 14, la subsidiaria de la 33, la que pasa por Bigand y Bombal. A esta ruta, la provincial 14, menos importante aparentemente, también le dedicaremos algunos párrafos. Pero el asunto es que ahi mismo, a metros de esa bifurcación en la que se ha construido recientemente una hermosa rotonda para evitar el desparpajo de los automovilistas que han provocado un sinnúmero de decesos, se encuentran una cantidad de viveros bellísimos. Los viveros que abastecen de flores y colores a la gran ciudad vecina le valieron al pueblo el título de Capital provincial de la flor. No es poco. Pero no es todo.
Como se decía, depende siempre todo de cómo se tome la ruta. En el caso de andar desandándola, o sea, tomando la dirección suroeste, o sea saliendo de Rosario, luego de atravesar el poblado casi plenamente nos encontramos con que la ruta hace una curva doble: cruza las vías del tren que estaban a la derecha del camino asfaltado y luego de dar una vueltita retoma la paralela dejándolas a las izquierda del camino. Ahi es cuando aparecen unos galpones que son los verdaderos protagonistas de la historia de Pérez (si soslayamos la florería y el vivero): los talleres del ferrocarril. Ahi se escribe la historia del pueblo.
Son unos galpones gigantescos que de ninguna manera están abandonados, pero sí que a veces uno sospecha, por el olvido que ha sufrido el ramo en nuestro país, que allí anda poca gente. Y poca gente si tenemos en cuenta que la historia del ferrocarril argentino tiene una época de gloria que por lo general es una narración oral (más allá de que es verdad de que hay un sinfín de bibliografía sobre los ferrocarriles argentinos, y todos textos muy recomendables, aunque cada uno se abogue para sí mismo ser el especialista único en el ramo, o debería decir ramal). Los talleres de Pérez guardan mil historias de luchas, de esplendores y, lo que más nos gusta porque nos identificamos, de derrotas.
Dicen que una vez vino Eva a hablar directamente con los trabajadores de Pérez. No lo hacía con nadie, con ningún otro sindicato. Quizás alguien pueda contarnos cómo fue el debate, y cómo Eva les habló a los operarios tratándolos con un respeto e igualdad que no guarda jurisprudencia en las relaciones políticas argentinas.
¿Quién se atreverá a buscar ese relato?
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