lunes, 23 de junio de 2014

Puja Pujato

Si el verbo pujar habla de un nacimiento, debe ser porque alguien nació en Pujato. Este es un pueblo pujante que se encuentra luego de pasar debajo del puente que cruza la ruta A012 (la segunda circunvalar de Rosario) y antes de llegar al peaje y a Casilda. La ciudad de Casilda. En el relato hemos salteado momentáneamente a Zaballa, no es un olvido.

En Pujato nació Honorio Bustos Domecq. ¿Cómo es posible que un personaje ficcional pueda haber nacido? Sin embargo, los representantes del autor de Seis problemas para Isidro Parodi decidieron que así fuera. Debe haber una razón que mucha gente debe saber, nos gustaría averiguarla y por eso ya estamos contactando a herederos de Borges y Bioy para que nos cuenten en qué parte de la bibliografía dice la razón por la cual eligieron un pueblo a la vera de la 33 para hacer nacer al apesadumbrado héroe literario, me refiero a Bustos Domecq.
La escueta biografía que dejaron a cargo de la Señorita Adelma Badoglio dice: "El doctor Honorio Bustos Domecq nació en la localidad de Pujato (provincia de Santa Fe), en el año 1893. Después de interesantes estudios primarios, se trasladó con toda su familia a la Chicago argentina. En 1907, las columnas de la prensa de Rosario acogían las primeras producciones de aquel modesto amigo de las musas, sin sospechar acaso su edad. De aquella época son las composiciones: Vanitas, Los Adelantos del Progreso, La Patria Azul y Blanca, A Ella, Nocturnos. En 1915 leyó ante una selecta concurrencia, en el Centro Balear, su Oda a la «Elegía a la muerte de su padre», de Jorge Manrique, proeza que le valiera una notoriedad ruidosa pero efímera. Ese mismo año publicó: ¡Ciudadano!, obra de vuelo sostenido, desgraciadamente afeada por ciertos galicismos, imputables a la juventud del autor y a las pocas luces de la época. En 1919 lanza Fata Morgana, fina obrilla de circunstancias, cuyos cantos finales ya anuncian al vigoroso prosista de ¡Hablemos con más propiedad! (1932) y de Entre libros y papeles (1934). Durante la intervención de Labruna fue nombrado, primero, Inspector de enseñanza, y después Defensor de pobres. Lejos de las blanduras del hogar, el áspero contacto de la realidad le dio esa experiencia que es tal vez la más alta enseñanza de su obra. Entre sus libros citaremos: El Congreso Eucarístico: órgano de la propaganda argentina; Vida y muerte de don Chicho Grande; ¡Ya sé leer! (aprobado por la Inspección de Enseñanza de la ciudad de Rosario); El aporte santafecino a los Ejércitos de la Independencia; Astros nuevos: Azorín, Gabriel Miró, Bontempelli. Sus cuentos policiales descubren una veta nueva del fecundo polígrafo: en ellos quiere combatir el frío intelectualismo en que han sumido este género Sir Conan Doyle, Ottolenghi, etc. Los cuentos de Pujato, como cariñosamente los llama el autor, no son la filigrana de un bizantino encerrado en la torre de marfil; son la voz de un contemporáneo, atento a los latidos humanos y que derrama a vuela pluma los raudales de su verdad".
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Estimamos que la elección de la locación no tiene que ver con el chiste de Peter Sellers y el azar. Por cierto, pensando en mapas y en Peter Sellers, siempre viene bien repasar sus momentos más exquisitos.




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